秋雨や三千院の苔のいろ
Akisame ya
sanzen-in no
koke no iro
Lluvia de otoño
El color del musgo
de la ermita de Sanzen
(Trd: Vicente Haya)
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Nishiguchi Sachiko
Pintura de Utagawa Hiroshige 歌川 広重 (1797-1858)
Ésta es la paradoja del haiku: si se dicen las palabras equivocadas, lo sagrado que tenía el “momento-haiku” desaparece.
Si no se dice nada en absoluto, no hay haiku, no hay comunicación en absoluto.
El silencio nada dice mientras que determinadas palabras pueden decir el silencio. Se nos ha dado la palabra para eso, para expresar el silencio; pero no cualquier palabra es capaz de expresar el silencio. La mayoría de nuestras palabras expresan nuestro ruido interno.
Lo importante en el haiku es qué no estás diciendo. La elección que se hace de las palabras que lo conforman es para proteger el misterio del silencio de ese haiku.
El aware que se ha sentido tiene unas palabras concretas que protegen su silencio y una infinitud de palabras posibles que destruyen su silencio.
Es fácil equivocarse en materia de haiku; sea porque hay instrumentalización de la Naturaleza, proyección del propio sufrimiento, proyección de pensamientos, creencias, o valores morales, excusa para mostrar erudición, o adolece de tacañería, exageración, gustamiento de lo dicho, exhibición de sensibilidad… Todo lo que de ti pongas en la escena es un error de ese haiku, es decir, un error de tu capacidad de desaparecer de lo exterior y muestra tu necesidad de pervivir, tu ansiedad por estar fuera de ti, por estar en lo eterno.
Muéstrame tus haikus y veré los errores que tienes en tu Vía: dónde están tus ruidos internos, qué te impide estar en presente absolutamente atento a lo sagrado.
El haiku es lo que sucede fuera porque no eres el señor de lo sagrado que alienta en ti; no, al menos, en Oriente.
El poeta de haiku trata de vaciarse para que su palabra diga lo sagrado exterior, lo sagrado que le excluye. Si creemos que lo sagrado nos habita el haiku no nos será un instrumento eficaz de adiestramiento espiritual.
Para extinguir tu “yo” tienes que ir a buscarlo Todo fuera de ti. Por eso el haiku no trabaja con metáforas poéticas, que surgen de la imaginación o de la erudición; el haiku usa palabras sencillas para excluirte. Para que creas que lo que dices no tiene valor literario alguno; porque no lo tiene. Porque el haiku no es Literatura. Se trata de adiestrarte a estar fuera, a ser sólo receptor, a que tu voz interior no distorsione la percepción de lo de fuera instante tras instante; matar tu subjetividad a fuerza de no alimentarla.
Toda subjetividad es ruido: ruido de pensamientos, de sentimientos, de creencias, de esperanzas, de miedos, de odios, de pasiones.
“Qué está sucediendo” debe sustituir a “Qué efecto tiene en mí lo que está sucediendo”.
-Vicente Haya Segovia
- El haiku es un decir sin decir
- No cualquier palabra es capaz de expresar el silencio.
- La mayoría de nuestras palabras expresan nuestro ruido interno.
- La elección que se hace de las palabras que lo conforman el haiku es para proteger el misterio del silencio de ese haiku.
- El aware que se ha sentido tiene unas palabras concretas que protegen su silencio y una infinitud de palabras posibles que destruyen su silencio.
- Todo lo que de ti pongas en la escena es un error de ese haiku
- El haiku es lo que sucede fuera porque no eres el señor de lo sagrado que alienta en ti
- El poeta de haiku trata de vaciarse para que su palabra diga lo sagrado exterior
- Para extinguir tu “yo” tienes que ir a buscarlo Todo fuera de ti
- El haiku no trabaja con metáforas poéticas, que surgen de la imaginación o de la erudición
- El haiku usa palabras sencillas para excluirte
- El haiku no es Literatura
- Toda subjetividad es ruido: ruido de pensamientos, de sentimientos, de creencias, de esperanzas, de miedos, de odios, de pasiones.
- “Qué está sucediendo” debe sustituir a “Qué efecto tiene en mí lo que está sucediendo”.
Fuente:
http://blogs.periodistadigital.com/elalmadelhaiku.php/2009/01/26/p196149
http://www.elrincondelhaiku.org
Gracias _/\_
ResponderEliminarGracias Xaro por compartir esta maravillosa lección.
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