lunes, 29 de septiembre de 2014

Libro: "Lluvias contínuas" de Verónica Aranda




Verónica Aranda Madrid(1982).


He vivido en Italia, Bélgica, Portugal, India y Marruecos.
He publicado los libros de poemas: "Poeta en India" (Melibea, 2005. Premio Joaquín Benito de Lucas);
"Tatuaje" (Hiperión, 2005, premio Antonio Carvajal de poesía joven);
"Alfama" (Fundación José Hierro, 2009, IV Premio Margarita Hierro);
"Postal de olvido" (El Gaviero, 2010, Premio Arte joven de la Comunidad de Madrid);
"Cortes de luz" (Rialp, 2010. Accésit del premio Adonáis 2009);
"Senda de sauces. 99 haikus" (Amargord, 2011);
"Café Hafa" (Tres Fronteras, 2012. Premio Antonio Oliver Belmás);
"Lluvias continuas,ciento un haikus" (Polibea, 2014).
Y la traducción de "Poemas de los Himalayas" de Yuyutsu RD Sharma (Cosmopoética, 2010)



(Reseña de Lluvias continuas. Ciento un haikus, Verónica Aranda, Polibea, Madrid, 2014)

    Nacida en Madrid en 1982, Verónica Aranda ha vivido en Italia y en Bélgica, donde cursó Bachillerato internacional en Bruselas. Es Licenciada en Filología Hispánica y realizó sus estudios de doctorado en Nueva Delhi, becada por el gobierno indio. Durante algún tiempo compagina la interpretación de fados con la escritura. Ha preparado traducciones al castellano desde el portugués y el nepalí.
   Su quehacer integra los títulos Poeta en India, Tatuaje, Alfama, Postal de olvido, Cortes de luz, Senda de sauces. 99 haikus, Café Hafa y Lluvias continuas. Ciento un haikus, entregas reconocidas con los premios Joaquín Benito de Lucas, Antonio Carvajal, José Agustín Goytisolo, Arte joven de la Comunidad de Madrid, un accésit del Adonais en 2009 y el Premio Antonio Oliver Belmas, entre otros.
El sujeto verbal de Verónica Aranda tiene bajo su lecho una maleta disponible. La evocación y el recuerdo de itinerarios son rasgos principales en sus libros. Las vivencias retornan trasmutadas en secuencias que dejan una fuerte vinculación entre la intimidad y el paisaje. Los escenarios del fluir temporal perduran entre las palabras; los versos plasman un tiempo cuyos efectos expanden retazos de rostros, distancias y emociones. Son los ecos de una conciencia en vela, con el tono de voz de los regresos.
   La poeta ha empleado el haiku con frecuencia. Su afán creador conoce la singular impronta del haiku para dibujar el instante y dar brillo a la atmósfera fugaz de los elementos entrevistos. Así ha desarrollado una escritura de sensibilidad despierta, introspectiva y atenta al detalle, que alumbró títulos como 99 haikus (Madrid, 2011).
   En Lluvias continuas vuelve a las diecisiete sílabas y sortea algunos esquemas preconcebidos. El más resistente es el supuesto espíritu japonés, que obliga sin más a un intrusismo mimético.
Es una especulación errónea y fácilmente desmontable: ni todos los haikus japoneses son iguales, ni los temas son únicos y ni siquiera cada voz se libra de la personal evolución en el tiempo.
   El poemario organiza su colecta de haikus en cinco franjas, cada una de las cuales lleva como epígrafe un sustantivo y se acoge al magisterio de un autor clásico.
El primero, “Camino”, tras la estela de Taneda Santoka, se asoma a una travesía cuajada de elementos al paso:

“Piñas caídas  
donde empieza el camino. 
Viento en los chopos “


De estos haikus procede el título:

“Lluvias continuas.  
Las primeras hortensias  
han florecido “

Son textos que albergan intuiciones de una voz dispuesta a ser, sin buscar nada.
En “Bosque” se contempla la naturaleza; el umbral es un haiku de Chiyo-ni, monja budista, de extrema precocidad que añade a la estrofa la mirada sentimental. El entorno cobija asombro, sacude con sus matices a quien participa de la belleza y convierte al sujeto en pálido reflejo de lo externo.
   “Aldea” aborda la vida comunitaria. La convivencia reparte quehaceres y las palabras plasman esa labor del otro o su mera presencia, ya sea en el taller, en las aceras, en el recinto solitario del jardín o junto a la madrasa.
   Arquetipo del magisterio clásico, el iniciador del haiku, Matsuo Basho abre el apartado “Montaña”.  El nombre esencial del haiku encarna al caminante que se desplaza de un sitio a otro sin dirección “porque cada día es un viaje y la casa misma es viaje”.
En esta sección, Verónica Aranda se identifica con la vaga inquietd de un paisaje cambiante, hecho para enlazar pasos y vicisitudes.
   Cierra el libro “Mar” un breve muestrario con la presencia cercana del mar; este espacio de belleza y meditación inspira textos en los que también está presente el laboreo de los pescadores y el multiforme vitalismo acuático de peces, medusas, o cangrejos…
   Lluvias continuas propaga desde el haiku un ideal de belleza. Cobija la humildad de lo transitorio y da voz a una sensibilidad que antepone la imagen de las cosas a las cosas en sí. El sueño siempre es más valioso que lo real.

-José Luis Morante
Blog “Puentes de papel”, 2/2/15
http://puentesdepapel56.blogspot.com.es/2015/02/lluvias-continuas-veronica-aranda-el.html





Verónica Aranda


El haiku se tiene que haber vivido para poder decirlo, 
aquí no vale la imaginación de la poesía. 
Muchos haikus clásicos nacieron de una peregrinación 
y en mi caso también ha sido así, 
gran parte de Lluvias continuas  
lo he escrito caminando.




"Lluvias continuas"
Verónica Aranda

Acaba de publicar en la Editorial Polibea 
“Lluvias continuas” 
un libro compuesto de ciento un haiku. 

Me he alegrado al leer este libro de haiku de Verónica Aranda por varios motivos. 
Me gusta la gente que arriesga, que no teme publicar porque al fin y al cabo es la única manera de tomar el pulso real de lo que escribe y de lo que quiere transmitir. 
En este sentido, Verónica ha sido valiente. Además valoro el esfuerzo que creo honestamente está realizando para iniciar el camino del haiku en la línea de la escuela de Vicente Haya
Se nota su tesón y su aplicación para ceñirse a sus enseñanzas, pero como contrapunto, en este  caso, “ceñirse a” le ha restado algo de frescura y espontaneidad. No pasa nada. Con el tiempo seguro que suelta los corsés que en un comienzo se hacen imprescindibles para evitar desboques.
Al leer los haikus de Lluvias Continuas, he tenido la impresión de hallarme ante un grabado  de Escher basado en la escalera de Penrose. He podido sentir una Verónica voluntariosa que asciende y desciende. Que cuando cree que sube, baja y viceversa. En ese aparentemente imposible recorrido, nos va mostrando sus hallazgos, asomándose a diversos paisajes que van desde la humildad y la sencillez de este haiku:


Un manantial.
La libélula roja
vuela hacia el agua.


hasta la complejidad barroca que a mi juicio pesa mucho, demasiado para un haiku, de este otro:


Beben absenta
la noche del eclipse
los comediantes


Creo que se encuentra,  en cuanto al haiku se refiere, en un momento crucial en el que ha de decidir por dónde quiere ir y si le compensa salir de esta escalera trampa en la que tengo la sensación que se encuentra algo desorientada.
Los haikus de Verónica que me han tocado el corazón, probablemente sean los que a la mayoría de lectores deje fríos. Pero a mi entender, son precisamente esos, los más sencillos y que se hallan libres de presencias pesadas para el haiku, los que vibran siguiendo  esa máxima que en el haiku se hace patente de  “menos es más”.
Verónica tiene cosas que decir. No cabe duda que posee sensibilidad y que se expresa bien, muy bien en poesía… Es una buena recolectora de esencias. Pero es precisamente esta condición la que más le lastra a la hora de escribir haiku y por eso tiene mérito. Vaciarse y dejar espacio para que suene el haiku a través de su voz sin que suene a retórica occidental,  requiere un sobreesfuerzo.
La naturalidad en el haiku es imprescindible. 
El haiku que nace en una probeta, sabe a artificio por muy bien que se mezclen sus componentes. Pero esta condición de naturalidad o artificio, sólo la notarán los catadores expertos. En la conciencia de cada haijin está el ser honesto con el mundo y consigo mismo para dejar que lo que tenga que manifestarse en un haiku se manifieste sin que la sombra del poeta termine siendo el auténtico protagonista del poema.
Todo un maravilloso reto que Verónica está capacitada para afrontar.

-Mercedes Pérez 




Lluvias continuas, Verónica Aranda 
 Ilustraciones interiores del libro: 
Ángel Aragonés
Pról. María Antonia Ortega. Polibea, 
Madrid, 2014. 82 
pp. 10 € 

Es el haiku como el cine mudo de la poesía.
Y a través de él cumple la poesía una de sus funciones esenciales que no es otra sino la de crear espacios vacíos, incluso en la vida social.
En el haiku siempre nos ha parecido que la ubicuidad del espacio desafía a la fugacidad del tiempo, sin embargo este libro es una cruz de espacio y tiempo, dado el carácter secuencial del paso del “monje albino” por alguno de sus poemas, remembranza del vagabundo, pero también de la stasis, en la que la condición del movimiento consiste precisamente en el “no moverse”, el reposo del cuerpo y una intensa vida interior, el éxtasis.
El haiku es siempre el destello del instante, pero también un punto de intersección sutilísimo entre Heráclito y Parménides, entre el hombre y la naturaleza, como los animales domésticos que acompañan al ser humano y que son un haiku vivo; entre la palabra perdurable y el silencio definitivo.

 -María Antonia Ortega   
(Fragmentos del prólogo de "Lluvias contínuas")                                                                                                
                                                                        



Un carromato
lleno de moras blancas.
Zumban las avispas.



Atravesando
groselleros en flor
Luna de agosto.


Día de invierno.
Del bolsillo del músico
cae una nuez.


Quietud austral:
en la isla reposan
los cormoranes.


Llega el otoño:
una rama del tilo
amarillea.


En las escamas
de cada pez que emerge
la luna llena






Se despereza
un gato entre los tréboles.
al fondo del mar





Noche de pesca.
Las señales del faro:
cuatro destellos





La pleamar.
Trotan caballos negros 
hacia el océano








Ilustraciones interiores del libro: 
Ángel Aragonés


"El haiku es siempre el destello del instante"
-María Antonia Ortega 
   





Días de julio:
junto al frambueso en flor
dormir al raso.


Por el sendero
caen agujas de pino.
Pasa un tejón.


Espino en flor.
La aldea de pizarra
deshabitada.


Campos de escarcha.
En el zurrón del nómada
su carta astral.


Un crematorio.
En el umbral tres niños
bailan peonzas.




Ilustraciones interiores del libro: 
Ángel Aragonés









Fuente:
http://veronicaaranda.blogspot.com.es/search/label/Haikus
http://elreflejodeuzume.blogspot.com.es/
https://www.google.es/search?q=lluvias+cont%C3%ADnuas+de+veronica+aranda&espv=2&biw=1034&bih=622&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=wWsoVNHhG6LCsAS8toL4Bw&ved=0CC4QsAQ
http://www.luzcultural.com/?p=1022
http://es.paperblog.com/resena-de-lluvias-continuas-por-nuria-ruiz-de-vinaspre-2631368/



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