sábado, 15 de septiembre de 2012

José Lara Ruiz







José  Lara Ruiz
Nacido en Villanueva del Arzobispo (Jaén). Biólogo. Profesor de Ciencias Naturales. Articulista de Diario Jaén. Accésit en relato corto y mención en poesía. Obra recogida en varias antologías.


El haiku es el arte poético de inmovilizar, a través de la palabra, la sensación de eternidad  que en el alma sensible del poeta produce el milagro del instante, captando relaciones, hasta entonces no observadas, que ligan entre sí, en una unidad esencial, los seres y las cosas, desvelando la armonía primordial del mundo.
El haiku tranforma espiritualizando el cuerpo, mediante la restauración de los sentidos a su estado original, el del niño que toca el mundo como una sola cosa con ello. 

Ya no se trata de contemplar el mundo sino de “estar en el mundo”, convirtiendo la mirada en consciencia. 
A partir de entonces, ya jamás se volverá a ver el mundo con los mismos ojos sino que ya se ven todos los seres y las cosas como imágenes que reflejan una luz invisible. 
Se encuentra al mundo tal como es, renunciando al mundo tal como se pensaba que era. 
Se miran las cosas que llegan a ser y cesan de ser en este mundo efímero, descubriendo vida en ellas, donde antes se veía sólo fugacidad y muerte. 
Desde entonces, ya asistimos a la inagotable evidencia de lo oculto, cuya presencia se hace más evidente que si se manifestara. 
Y el poeta lo busca en cada fenómeno natural ya que ha renunciado a la esperanza de encontrar algo que pueda ser considerado el fin de la búsqueda. 
Ahora, se hace evidente que siempre ha estado presente en el mundo en el orden natural de las cosas, tal como son, pero los hombres no lo ven.

El haiku es la forma poética que antes cesa de decir: el deleite poético acontece tras la superación de la materia lingüística. 
Ni expresa ni describe sino que es la exposición de la inagotable evidencia que revela lo oculto, oscilando entre los demasiado tangible y lo evanescente. 
Es la poesía de la insipidez y el desapego. 
En el sabor de lo insípido se oculta un remanente de sabor, que incita a la profundización ilimitada de la interioridad, ya que la plenitud es interior. 
El desapego de lo contemplado se complementa con un ahondamiento hacia lo esencial. 
Yendo de lo manifiesto a lo inmanifestado es como se alcanza el sabor más allá del sabor, en una interiorización sin fin. 
Esa insipidez siempre está disponible -incluso se revela en los fenómenos más corrientes de la existencia- pues tiene como fundamento la naturalidad.

El haiku expresa la conmoción consciente que el poeta -el haiyin- experimenta al contacto con la existencia, ya que no se trata de contemplar lo sagrado sino de “estar en lo sagrado”. 
La purificación se obtiene, en este arte, mediante el desapego de sí mismo y el sabor de la insipidez de las cosas del mundo, por lo que, además de un arte literario, es también una vía espiritual. 
El poeta siempre está atento y, sin esperarlo ni pretenderlo, vislumbra en un instante el alma del instante y la registra, con sencillez y una sinceridad total, antes de que parta de su mente. 
La inspiración tiene dos etapas: una receptiva, obtenida con una mente transparente, no prevenida y otra expresiva, en que ese vislumbre relampagueante queda atrapado en un poema.
 -José Lara Ruiz


I
El tiempo que tardan
los copos en tapar
el haz de leña.

 (premiado en Concurso Internacional y recogido en Antología)

II
Cae la tarde,
la sombra del olivo
en la escalera.

 (Idem)

III
Cae la primera hoja de chopo;
otoño por todas partes.

IV
El cuervo
en el cerezo en flor;
anochecer.

 V
Entre las verdes hojas,
cerezas rojas;
cesta de sarga.

 VI
El cuervo sobre la rama;
nada hace intuir
su vuelo inminente.

VII
En la noche profunda,
El “¡qui!” lastimero del búho
ahonda el silencio.

 VIII
Sobre la loma,
cubierta de olivares,
la luna llena.

 IX
La luna,
mi sombra y yo.

 X

Flamenco de patas largas;
ocaso en la laguna.

XI
El sopor de la siesta
y el zumbido insistente del moscardón.

XII
Sin pensar,
tiro una piedra.

XIII 
Entre las verdes hojas,
rojas cerezas;
cesta de sarga.   

La luna
sobre la cascada.


-José Lara Ruiz- 



Pintura de Sakai Hoitsu (1761-1828)



Haikus del año 2005


De nudo en nudo
la caña de bambú
se yergue al cielo

*

Desde la raíz, 
por las ramas se extiende
la primavera.

*

oculta senda,
senda sobre la nieve,
tras las pisadas.

*

También los chopos,
a plena luz del día.
muestran el fondo.

*

La misma luz
ilumina ya el prado
y la chopera.

*

Noche corriente,
aparece la luna,
se espanta el cuervo.

*

En primer plano,
la chopera amarilla,
cae la tarde.

*

Sobre la loma,
cubierta de olivares,
la luna llena.

*

También el cuervo,
observa sorprendido
caer la nieve.

*

¡No digas nada!
no rompas la belleza
de este momento


Haikus del año 2006

Bambú

La dura caña
del erguido bambú
se dobla al viento.

*

Recto el bambú
se dobla dócilmente,
si sopla el viento.

*

Contra calores,
nieves, lluvias y vientos
el bambú crece.

*

Finas y suaves
las hojas del bambú 
resisten siempre.

*

Verde el bambú
en las cuatro estaciones,
año tras año.

***

Azul

La hoja seca
flota en el lago azul,
puesta de sol.

*

Niebla

Azul neblina,
por el cielo azulado,
las nubes blancas.

*

Entre dos luces
la silueta del cuervo,
entre la niebla.

*

Chilla la urraca,
un espantapájaros
entre la niela.

*

Sobre una pata,
silueta de flamenco
bajo la luna.

*

Entre la niebla,
la silueta de un cuervo, 
sobre una rama.

***

Por el otero,
siseante y explosivo
canto del cisne.

*

Nogal decrépito,
sobre la rama seca,
el colorín.

*

Por las huellas,
dejase conocer
el caminante.

*

Bambúes

Rumor de lluvia,
la luna se ha ocultado
entre bambúes.

*

Cae la tarde,
la sombra de bamúes
en la escalera.

*

Rayando el día,
la sombra sobre el agua,
de los bambúes.

*

Cae la tarde,
la silueta de bambúes
sobre la alberca.

*

Ventana abierta,
ladridos de mochuelo,
el bambedal.

*



Pintura Sumi-E (pintura a tinta) 
Japón alrededor del siglo VII aC 


*

Alondra de Ricoti

De tonos pardo-rojizos,
esta ave tan arisca,
camina bajo una risca,
en un rastrojo pajizo.
El vientre blanco rayado
de oscuro, en pecho y cuello,
en el ocaso dorado
de un día de otoño bello.
Con pico largo y curvado,
conspicua lista ocular,
la alondra, desde el sembrado,
de pronto echa a volar.
Remontando a gran altura,
canta y canta sin parar,
sobre el extenso olivar
que se pierde en la llanura.
Veloz baja hacia el jaral,
a ocultarse en la espesura,
donde oculta su figura,
en medio del matorral.
Muy erguida y estirada,
camina por los cultivos,
que hay junto a los olivos,
en la llanura ondulada.

José Lara Ruiz




Fuentes:
http://cetr.net/es
http://www.cetr.net/es/articulos/arte_y_poesia/el_haiku_via_espiritual
http://www.oocities.org/es/bosque_de_bambu/archivos/huellas/huellalara.html
http://haigahaikai.blogspot.com.es/2011_04_01_archive.html
https://www.miradanatural.es/revista-digital/poesia-y-naturaleza/jose-lara-ruiz/alondra-de-ricoti/46/


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