lunes, 10 de septiembre de 2012

Elías Dávila


Esas alondras
dulces melodías- tlan
en el encino


En el invierno
las azucenas-blancas
también son nieve


la luciérnaga
por las noches-tropieza
con la oscuridad


un arco iris
es radiante corona
en la montaña


cuando amanece
las golondrinas-suplen
a las estrellas


Mirlo entusiasta
en el sauce trastoca
luz en canciones


La oropéndola
antes de ser par- de alas
era un girasol


De la nostalgia
melodioso médico
voz del ruiseñor


es la hojarasca
plasmada en el- estanque
naipes de otoño


¡oh! gran pavo real
en tu bello abanico
la primavera


Al amanecer
las golondrinas suplen
a las estrellas


El crepúsculo
guarda en el horizonte
aves y nubes.


olor a nardos
la brisa mete al prado
por la ventana.


Podría llorar
pero el viento de invierno
se anticipa con hojas.


El crisantemo
ha sido testigo fiel
de cuanto de amo.


El ruiseñor
esta tarde me ha dicho
que volverás.


Corteza de árbol
las hormigas se alimentan
de otras ya muertas.


Cima del cerro
hasta allá se escucha
tañer las campanas.


El quieto reloj
deshoja las gardenias
que te regalé.


Nada de frutos
sólo un pájaro viejo
sobre la rama


Elías Dávila Silva

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