lunes, 27 de febrero de 2017

Gotas de Luna, Juan Carlos Durilén









 Me complace comunicarte que desde hoy 
“Gotas de luna” 
aparece en Calamēo
un sitio virtual de publicación de libros.
-JC Durilén
         
          Para acceder al original, solo tienes que hacer clic en cualquiera de estos enlaces (recomiendo su lectura en pantalla completa):

 http://www.calameo.com/books/005023540cd103f7a50ee

Y en blog

 https://hojas-de-haiku.blogspot.com.ar/



Pasa septiembre.
El viejo duraznero
no ha florecido...







Gotas de Luna
de Juan Carlos Durilén

En Argentina hay gotas de luna
Reseña de Rafael García Bidó

     
    Juan Carlos Durilén (Córdoba, Argentina) ha puesto a circular recientemente su libro de haiku Gotas de luna (188 pp, 5” x 7-1/2”), en una edición del autor, para mi gusto, impecable e invitadora. Ilustrada con 12 pinturas de María del Carmen Risso valiéndose de la técnica sumi-e (pintura en tinta negra).
     Por primera vez leí los haikus de Juan Carlos, hará ya unos años, en una muestra publicada en esta misma revista “Hojas en la acera”. Me impresionaron tan favorablemente que busqué la forma de comunicarme con él. En Gotas de luna mantiene a lo largo de toda su extensión una técnica depurada de hacer, apegado a la tradición en sus temas, atento al aquí y ahora, con agudo sentido de observación, siguiendo el canon métrico 5-7-5 y la pausa o cesura que divide el haiku en dos unidades semánticas y logrando versos de agradable sonido.
     Si en el libro no están realzadas las estaciones, los protagonistas principales son el reino vegetal y los astros y fenómenos celestes, que sí reflejan su transcurrir:


Frescor de campo.
Por la quieta alameda
solo la luna.


Flores de cardo
junto al trigo maduro.
Brisa de estío.

   
     Encuentro grandes aciertos en los haikus donde da cabida al ser humano, logrando en ocasiones, con lo que no dice, despertar variadas y profundas emociones:


Hogar de ancianos.
Miradas al camino
cubierto de hojas.


Tarde nublada
con aroma a café.
Cierro los ojos.


Teje en silencio.
A veces su mirada
no está en los puntos.

    
     No es de pasar por alto el prólogo del autor donde hace algunas reflexiones sobre lo que es el haiku y sobre sus intenciones al presentar la colección que nos ocupa:

     “Gotas de luna no pretende emular la obra de los maestros sino aproximarse humildemente a su legado. Para ello, considero que la mejor manera de hacerlo es asumir nuestra circunstancia y dejar testimonio de ella, fieles a nuestro idioma y a nuestro entorno, respetando ese aquí y ahora que desde sus orígenes patentiza el haiku, de tal modo que aquello de genuino que lo caracteriza se vea reflejado análogamente a través de nuestra propia realidad, el lenguaje que la nombra y todo el bagaje idiosincrático que nos diferencia y de algún modo también nos conecta.”

     Al respecto, y leyendo este libro, he tomado conciencia de que Argentina, por estar en el hemisferio sur presenta una circunstancia especial dentro del mundo del haiku. Japón, donde nace esta tradición, y los países donde más se ha desarrollado su cultivo (Inglaterra, Francia, España, Canadá, Estados Unidos, la Europa del Este…) están ubicados en el hemisferio norte, donde el comienzo del año es invierno y primavera; julio y agosto, calor y tiempo de vacaciones; invierno, fiestas de Navidad. Esas relaciones que acabo de enumerar (y tantas otras) no funcionan en el sur del mundo y al revés, ciertas cosas que ha expresado Juan Carlos en su libro, no pueden ser captadas en su plenitud, por quien no haya pasado la línea del ecuador terrestre. Por ejemplo, me sucede con el haiku:


Pasa septiembre.
El viejo duraznero
no ha florecido.

    
     Es evidente que el adjetivo viejo y el no florecer transmiten una inquietud, una preocupación, por la condición física del árbol, por su vitalidad, pero en el límite temporal que se da, septiembre, no puedo captar con precisión el desarrollo o no de esa primavera que no se nombra, porque lo que conozco como primavera ocurre en otro momento del año, donde abril es un inicio y mayo es plenitud.

     Otra característica que a la distancia veo en el haiku escrito en Argentina es su fidelidad al canon métrico 5-7-5, tal vez más allá de lo que la tradición acostumbra. María Santamarina, en el ensayo “Brevedad y encanto sutil en el haiku” habla de “el respeto a la métrica” y del haiku como “una estructura formal precisa que facilita la liberación de lo esencial, de lo interno”. Juan Carlos ha sido casi impecable siguiendo ese canon.
     Hay que decir también, refiriéndonos a esa zona del mundo, que un par de haikus de este libro remiten a Jorge Luis Borges y al uruguayo Carlos Fleitas.

     En fin, Gotas de luna es un libro maduro, que complace, que invita a releerse y que muestra que Juan Carlos ha comprendido la esencia del haiku.


Noche estival.
En medio del silencio
cae una fruta.


En el andamio
silban los albañiles.
Luna de día.



Extraído de la gaceta trimestral de haiku de HOJAS EN LA ACERA  
 Nº 26-Junio 2015, pág.11, 12 y 13.




Juan Carlos Durilén



Plaza de barrio,
entre huellas de niños
las de palomas






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Fuente:
https://hojas-de-haiku.blogspot.com.es/